Recién he terminado de leer The War of The World, de Niall Ferguson. Lo que más me llamó la atención de éste libro es cómo trata el asunto de las minorías étnicas, particularmente en los imperios que se derrumban, o bien en las líneas "tectónicas" entre imperios en disputa.
Como ejemplo el autor pone a los Judíos en la Europa Central y Oriental durante el derrumbe de los imperios Ruso y Austro-húngaro, así como durante el surgimiento --y particularmente durante la caída-- del transitorio Imperio Nazi. No son los únicos ejemplos, ya que también pone los casos de los Armenios durante la reconfiguración del Imperio Otomano y el surgimiento del moderno estado Turco, así como de varias etnias --particularmente los coreanos y chinos-- en el lejano oriente.
Al leer estos ejemplos históricos, me llama poderosamente la atención los paralelos con las minorías latinoamericanas en los Estados Unidos de hoy día. Por supuesto, muy particularmente la minoría de ascendencia --cuando no de procedencia-- Mexicana. Así como los judíos fueron acusados de ser un elemento extraño a las sociedades europeas, de insistir en conservar su cultura y religión, así como sus costumbre e incluso su lenguaje --aunque probablemente el lenguaje de la diáspora judía haya sido el Yidish más que el hebreo, un lenguaje más cercano al alemán; en menor cantidad, el ladino muy cercano al castellano, éste último el lenguaje predominante entre la doblemente exiliada diáspora sefardí. Se hablaba también de que el judío era un elemento subversivo que no se integraba, y que como tal amenazaba la integridad y unidad de la sociedad que lo rodeaba. Todas estas cosas se dicen igualmente de la diáspora mexicana hoy día en los Estados Unidos.
Particularmente en Alemania, los judíos --esa especie muy particular conocida como judío-alemán, similar por su distinción al judío-español (sefardí)-- buscaron integrarse a la sociedad, en un proceso que se llama asimilación. De hecho, parece ser que el antisemitismo alemán surgió como respuesta a ésta integracionismo judío. Parecía ser que entre más asimilado eran los judíos en Alemania, más ríspido era el antisemitismo que le rodeaba.
En esencia, por un lado se les acusaba de no integrarse, y en la sociedad donde más asimilados estaban --al grado de que Carlos Marx fue educado como cristiano, por poner un solo ejemplo-- se repudiaba su integración, acusándolos de "envenenar la sangre" del pueblo alemán.
Hoy día veo un doble golpeteo similar en los EEUU. Por un lado están los llamados a la integración a la corriente principal de la sociedad estadounidense, y muy particularmente en cuanto a la adopción del lenguaje inglés, y por otro lado está el repudio a la creciente población de origen mexicano, como si el hecho de tener ascendentes al sur de la frontera de alguna manera estuviesen apestados y no fuesen, por lo tanto compatibles con la 'cultura' norteamericana. Además, no debemos olvidar que el 'Siglo Americano' ha venido a menos, y que hoy día los EEUU --a pesar de ser una potencia militar, sin duda-- es un seudo-imperio a la baja. Este paralelo es el que más me inquieta.