En el teledrama cotidiano, seguimos en las mismas. Aunque no son las mismas. Pero sí lo son. Es decir, todo cambia para seguir igual.
Lo que me fastidia no es tanto que las cosas no sean como me gustaría que fueran. Eso lo sé por supuesto. Sino que la conversación no cambia. Entonces, si es de dos la decisión, porque solo uno es el que busca acomodo.
Por qué es el inocente el que sufre. Ahora sí que él puede decir ¿y yo por qué?
Seguimos en las mismas, y a la vez peor: porque seguir en las mismas, mientras pasa el tiempo es ir empeorando. Ya habrá un cambio. Ya veremos cuál será.