miércoles, septiembre 27, 2006

¿Por qué?

Nos encontramos en una callejón sin salida, está oscuro, hace frío: estamos perdidos. ¿Qué es lo que hacemos?

La respuesta más común es la auto-compasión. El indicador más poderoso de ello es la pregunta que nos formulamos: ¿por qué? La he escuchado (y propiamente la he formulado) en innumerables ocasiones, generalmente bajo circunstancias desconsoladoras. ¿Por qué perdí el trabajo? ¿Por qué termino la relación? Si era tan feliz, ¿qué hice para merecerme esto?

Queremos encontrar una respuesta que nos muestre las causas tan graves que nos llevaron a ese callejón. Sin embargo, en mi opinión es la pregunta equivocada. Para empezar, muchas veces no hay respuesta. O bien las respuestas que están presentes no tienen sentido. Porque no siempre son proporcionales las causas con las consecuencias. De pequeñas acciones resultan grandes cambios. Y esa dinámica no lineal entre causas y efectos nos son incomprensibles.

Yo creo que buscar respuestas (o culpables, que muchas veces son sinónimos) generalmente es una pérdida de tiempo y de esfuerzo. Ciertamente hay valor en conocer las causas con fines de aprendizaje, y de evitar circunstancias similares en el futuro. Si ese es el motivador de la búsqueda, entonces creo que sería un ejercicio valioso (y las reuniones de "lessons learnt" o "after-action reviews" tienen eso en mente). Pero generalmente no lo es.

Me viene a la mente la Comisión 9/11. Esta comisión fue formada principalmente por el activismo de algunos familiares de las víctimas. Ellos quieren entender el por qué de su pérdida. La Comisión tuvo a bien enfocarse en el hilo de eventos que llegaron a 9/11 y de las múltiples (y a veces incomprehensibles) fallas en la seguridad. Pero, más allá de cuestionar el comportamiento de los órganos de seguridad y de decisión ejecutiva, la Comisión planteó recomendaciones específicas para evitar lo mismo en el futuro --al menos, para hacer menor el riesgo. Creo que esa es la parte más valiosa del ejercicio. Sin embargo, dudo mucho que haya ayudado a disminuir el dolor de la pérdida, y en muy poco a "entender" realmente el sacrificio de las víctimas.

Porque la pérdida más grande es cuando pierdes algo valioso para ti: una relación, una amistad, un ser querido. ¿Cómo puedes entender eso? Puedes racionalizarlo como quieras, que si un accidente, que si la acción --maliciosa o no-- de un tercero, que si una enfermedad, que si fue algo que dijiste, o algo que hiciste. O algo que dejaste de hacer. A lo mejor puedes encontrar las causas raíz, y en un nivel racional procesarlo perfectamente. Pero, a nivel emocional, en el fondo de nuestra alma la pregunta permanece en el aire, flotando: ¿por qué?

Si vamos más allá de nuestros temores, más allá de nuestros dolores y tomamos inventario de nuestra posición, de los recursos que tenemos a mano, y damos cara al futuro, podemos dar pasos para salir de eso callejón ciego y oscuro. El pasado es irrecuperable, es inmutable, es irreversible. Pero el futuro depende de nuestro presente, de nuestras acciones hoy. Si te encuentras preguntándote ¿por qué?, mejor cambia de frecuencia, de enfoque, y plantéate la pregunta que sí puedes responder: ¿qué puedo hacer ahora?.