sábado, febrero 25, 2006

Tijuas

LLegué tempranito a Tijuana. Aun el sol no asomaba, pero ya advertía su presencia. Eran las 05:00 de la mañana. Aun estoy en la central de autobuses, esperando que llegue mi comité de recepción. Ya en una horas estaré reuniéndome con mi bella familia. Y luego, a darle duro, que no queda de otra.

A pesar de que he pasado las últimas 35 horas viajando en autobus (desde Ponci a Guadalajara, y luego de allí a Tijuana), no resiento el cansancio. Después del atrejeo que he llevado desde que salí de la chamba el pasado 9 de febrero, y más aun por la actividad incesante de empacar y distribuir cosas en diferentes lugares donde está dispersa mi familia de sangre y política, las últimas horas han sido ideales para descansar y reflexionar. Inclusive, ni me pareció tanto tiempo. He sufrido más en vuelos transatlánticos -bueno, es justo decir que los asientos y la distribución de los mismos son mejores en estos autobuses de primera que en la clase turista de los vuelos trasatlánticos. Gracias León! por tus medidas de ahorro a la empresa: ojalá que lo ahorrado te aproveche....

La verdad es que no tuve mucha ocasión de ver el paisaje. En todo caso, el paisaje varió poco. La semi-aridez del norte de México no tiene mucho de notable. No obstante, debo decir que Sinaloa sí me impresionó por los campos sembrados que tiene. A lo mejor son campos "Potempkin", sembrados a la orilla de la carretera a fin de dar una imagen diferente a la realidad. Quien sabe? Además, estoy hablando de campos sembrados con plantíos de carácter legal. De los otros tipos, no sé, así que mejor lo dejo así.

Mucha gente me ha preguntado que por qué tomé el viaje por autobus, cuando lo más común es tomar un vuelo. He pensado en muchas respuestas, y la verdad no hay una sola. Quería convivir con mi Papá. Quería hacer una despedida simbólica de mi país. Es más barato. Quería tener tiempo de reflexionar. Etc. La realidad es que no hay una racionalización que lo justifique. Ultimadamente así soy yo, como todos, diferente.