miércoles, mayo 04, 2005

Carpe diem

Un día ví a un amigo mío, víctima del virus mortal. Nos saludamos muy amigablemente, aunque teníamos algún tiempo sin vernos.

-"Cómo estás" -me preguntó.
-"Muy bien," le contesté distraídamente, "aunque ando un poco preocupado."
-"No me digas. ¿Qué te tiene tan preocupado?"
-"Fijate que presenté un examen el sábado, y pues no sé si saque diez."

Me miró durante algún tiempo sin decir palabra. El silencio me incomodó un poco, y no supe qué hacer, asi que también callé.

-"Yo quisiera tener tus problemas" -me dijo, después de un par de minutos. "Tu máxima preocupación es no sacar diez en tu examen. Yo, en cambio, tengo poco tiempo de vida, y me preocupo en ordenar mis cosas para que facilitarle las cosas a mi mamá."

Quedé pasmado ante su respuesta.

No hay claridad de mente como cuando se tiene a la muerte enfrente. Mi amigo -que en paz descanse- me hizo comprender cómo las preocupaciones vanas llegan a dominar nuestra vida diaria, mientras que las cosas importantes se quedan a la zaga. La muerte es nuestro destino natural, pero vivimos como si fueramos inmortales. Imaginemos que cada día es el último, y nuestras prioridades cambiaran en la misma manera. Vivamos como si mañana no existiera, por que algún día, eso será una realidad.