¿Cuántas veces he dado consejos a otros en sus predicamentos, pero me paralizo cuando estoy inmerso en la misma situación? La problemática ajena me parece muy fácil de disectar, diagnosticar, y resolver. Sin embargo, los problemas propios, por muy simples, aparentan ser obstáculos irremontables.
El Ego es el factor que cambia cuando el asunto es propio. Es decir, en los asuntos de terceros mi Ego no está inmerso, por lo cual puedo analizar críticamente la situación y encontrarle remedio. Pero en mis propios asuntos, el Ego está allí, distorsiona la realidad. Y entre más grande el Ego, mayor es la distorsión de la misma.
Puedo decirle a mis amigos que revisen sus relaciones sentimentales, y ser incapaz de enfrentar los problemas en las propias. Esto es así, y es parte de la realidad de mi mundo (y tal vez también del tuyo). Soy conciente de esto, y busco maneras de disociarme del Ego para tomar decisiones propias, y recetarme las soluciones obvias que dispenso a segundos y terceros.