jueves, octubre 30, 2008

Metamorfosis


(Fotocrédito Gerald Yuvallos en Flickr.com)

Recién concluída la lectura de La Metamorfosis de Kafka, me asaltó la idea de que mi sufrimiento, aparentemente tan único en el universo, en realidad era una condición general de los seres humanos. En ocasiones también yo he amanecido hecho una monstrusa alimaña.

La cuestión de ésta sensación es que, aunque puedo sentir el disgusto de mis congéneres cuando así amanezco, también puede ser el hecho de que en general, y muy particularmente en ésos momentos, soy muy sensible a la menor señal de rechazo, real o imaginado. Cualquier gesto, movimiento, o intuición de que alguna gente se siente repugnada por mi presencia agudiza la misma repugnancia que tengo para conmigo mismo. Como cualquier alimaña mi merecido es ser aplastado al instante, sin misericordia y para el bien general. Eso no solamente es instintivo sino además sano.

Claro que la transformación no es real, sino metafórica. Pero el dolor cala de cualquier manera.