viernes, agosto 25, 2006

¡¡¡No Te La Robes, Chirris!!!

No he ido al cine desde enero. Antes de esta racha de sequía cinematográfica procuraba ir al cine cuando menos una vez al mes. Cuando recién salí de la escuela superior iba cuando menos una vez a la semana. Cuando estaba en la escuela superior iba cuando menos dos veces por semana. Las películas que veía entonces no eran de "media noche" -bueno, un par de veces, tal vez tres; curiosamente en Querétaro, en el Cinema 2000 que estaba en Tecnológico casi esquina con Consituyentes, las películas de media noche sí las pasaban a media noche, o al menos muy tarde. Pero yo nunca fuí a esa función. Cuando llegué ver películas prohíbidas fue en el Alameda III.

Me gustaba ir tanto al cine que cuando abrieron el Cinemark Bulevares, entré a dos películas (pagando cada vez, no vayas a creer otra cosa). Luego me fui al Cinépolis y ví otra película adicional. Esa sí fue un poco exagerado. Sin embargo, recuerda que antes las películas las pasaban en doble función. Pasaba por A a las 15:30, entrábamos al cine a las 16:00 y a las 20:00 estabamos dándole vueltas a la plaza. Ni siquiera pensaba mucho en eso. Era estar cuatro horas en la sala de cine. Simplemente así eran las cosas.

Me recuerdo una semana en particular de que fui a ver Superman III tres veces en la misma semana, y vi el Águila Descalza de Fernando Arau unas cuatro veces en dos semanas. Me recuerdo que en la última ocasión que ví la película de Arau, cuando salimos de la sala descubrimos que le habían robado el carro a mi pri -en realidad, era el carro de su novia. Ese carro tuvo mala suerte con las películas. En otra ocasión que fuimos al centro de Los Ángeles al cine, al salir descubrimos que otra vez se lo habían robado. Sí, el carro se lo robaban pero siempre se recuperó; el motor tenía una maña que si no la conocías, se te apagaba el motor; era como una póliza de seguro de recuperación de auto integrada. Pobre carrito, era un Toyota Corolla de a principios de la década de los 1970s.

En la mayoría de mi vida cinéfila, he ido al cine solo. Claro que hubo un tiempo cuando no iba solo, pero para ser sinceros, no me interesaba tanto las películas, sino que estuviera oscurito. Pero no nos desviemos del tema. La razón de que me gustaba ir solo al cine era porque me gusta concentrarme en la pantalla -perderme un poco en la trama y las imágenes que la apoyan. Ir acompañado generalmente implica que el acompañante te estuviera asediando con preguntas "por qué hizo eso", "quién es ese", "qué es lo que va a pasar". Chales.

Sin embargo, confieso que yo también me he quedado perplejo ante algunas cintas. Me recuerdo ver Encuentros Cercanos del Tercer Tipo en mi pueblo. En esos tiempos de hecho había tres cines en el pueblo (ahora hay cero). Pero las películas "de estreno" llegaban en tan mal estado que generalmente estaban "cortadas". "No te la robes Chirris [el sobrenombre del proyectista]" gritaba la gente cuando saltaban las escenas. A veces la rechifla era ensordecedora. Pero a pesar de que se perdieran algunos segundos -e inclusive minutos- de la película, la integridad lineal de la película generalmente se respetaba. No fue el caso del Encuentros Cercanos. La película llegó destazada, con el principio al final, y las escenas salpicadas aparentemente al azar. Fue una experiencia alucinante y sicodélica, y no precisamente por los efectos especiales.

Otra experiencia con una película destazada fue Taxi Driver. Originalmente, vi la película en Los Ángeles en 1975 (más o menos). Pero tenía 10 años, y la violencia de la película me impacto de manera que no puedo describir. De hecho, se me quedó grabada en la mente, aunque no recordaba mucho acerca de lo que ocurría en la historia. Así que cuando se proyectó la película en mi pueblo unos 12 años después, aproveché para verla. Lamentablemente, llegó también totalmente desarreglada. Quedé peor que cuando empecé. Claro que para entonces ya había videocaseteras (y como consecuencia ya solo había un solo cine en activo en el pueblo -pronto también ese cerraría), pero en mi casa no había unidad, ni dinero para comprarla. Ya luego que trabajé y me compré una VHS, compré la película y la vi como seis veces.

Bueno, el caso es que pienso ir al cine. Me acostumbré a ir acompañado, pero voy a recordar mis días mozos y aventurarme solitariamente.