A veces tengo inquietudes. Y lo que más me molesta es que, con frecuencia alarmante, ultimadamente me siento apático y me vale madre. ¿Eso está bien?
No sé. Hay algo mal conmigo. Creo que necesito estar más involucrado con mi vida, más comprometido con las cosas que me afectan, y luchar por las cosas que quiero.
La inercia del desinterés es fuerte. Requiere de valentía y de vitalidad. De ambas ha carecido a últimas fechas de mi vida.
Me recuerdo de una presentación que hice, en un curso de "El Arte de Hablar en Público". Presentamos una fotografía nuestra --la que más nos gustara-- y hablamos sobre de ella. La mía es una foto que me tomó mi Primo/Hermano a principios de los 1980s. Yo creo que sería por allí del 1982 o 1983. Me gustaba esa foto porque me parecía que en ése tiempo era yo un príncipe, con el mundo potencialmente a sus pies.
Claro, a lo mejor es auto-engaño, y de hecho, estaba pre-destinado a la vida dócil y entumecida que ultimadamente he tenido (bueno, tampoco todos podemos salvar al mundo). Desde que terminó lo de Angélica, cuando tomé refugio en Mónica: allí fue cuando claudiqué, cuando valió madres todo.
La culpa ha sido mía, de nadie más. En todo caso, he purgado la condena, y ha sido larga y pesada. Pero es hora de salir de la cárcel y, como dicen los regios, darle con madres!
Para empezar, No More Mister Nice Guy. Bueno, así siempre digo. Ya veremos en qué resulta.