Estamos tan protegidos de las fuerzas naturales, gracias al avance tecnológico, que luego no nos damos cuenta de la magnitud de lo que ocurre a nuestro alrededor. Considera cuando conduces un automóvil. Los autos modernos pueden llegar fácilmente a velocidades de 140 o 160 Km/hr. Y conducimos a esa velocidad sin pensarlo dos veces. Inclusive, es lo más natural.
Sin embargo, considera ésto: aunque el impulso del auto es proporcional a la velocidad, la energía cinética que el automóvil acumula es proporcional al cuadrado de la velocidad. Y cuando frenas es ésta energía acumulada la que necesitas domar. Entonces, cuando aceleras de 90 Km/hr a 120 km/hr el cambio en velocidad e impulso es del 33%, pero ¡el cambio en energía cinética es del 78%!.
Así, si conduces rápido, dáte tiempo para frenar. Si no, mejor no lo hagas. Los accidentes no sólo "pasan al azar". Generalmente los provocamos al ignorar las fuerzas reales que están en juego.