viernes, enero 25, 2013
Vivir para contarla
En la su autobiografía parcial, Vivir para Contarla, Garbiel García Márquez escribió, "la vida no es la que uno vivió, sino la que uno recuerda y cómo la recuerda para contarla". Por su parte, el psicólogo (y ganador del Premio Nobel Daniel Kahneman escribe en Thinking Fast and Slow, "tan extraño como parezca, yo soy el ser que recuerda, y el ser que siente, el que vive mi vida, es como un extraño para mi".*
La primera cita es interesante desde el aspecto literario, del escritor que recrea la vida imaginada en su novela. La observación es interesante, e ingeniosa tal vez. Sin embargo, la declaración de Kahneman no es totalmente una declaración subjetiva, sino que está informada por estudios científicos: es un hecho que la mayoría de las personas calificamos una experiencia principalmente en función del estado emocional al final de la misma.
Imagínate que has ido al médico a fin de someterte a un procedimiento sencillo. Digamos que el procedimiento dura dos minutos pero el primero de esos minutos es algo incómodo y relativamente doloroso, pero prácticamente desaparece en el minuto posterior. En un procedimiento subsecuente, te sometes a otro procedimiento sencillo que dura 60 segundos, de los cuales los últimos 30 son tan dolorosos como los primeros 60 segundos del primer procedimiento. ¿Cuál de ambas experiencias calificarías cómo más dolorosa?
Si eres como la vasta mayoría de las personas, calificarías el segundo episodio como más doloroso. A pesar de que la duración fue menor, el hecho de que ocurrió durante la parte final del procedimiento es la clave para la calificación más negativa. Inclusive, el dolor del primer procedimiento podría haber sido más intenso, y eso tendría menos impacto en la calificación final, la cual probablemente no variaría.
En verdad, la vida es como la recordamos, pero somos malos para recordar, porque no solo recordamos las experiencias agradables, sino que las calificamos como tal en función de cómo terminaron, y no por lo que realmente ocurrió.
* La traducción es mía, y cualquier error también lo es.
miércoles, enero 16, 2013
La Paradoja de la Racionalidad
Según la teoría de utilidad, a la hora de tomar una decisión, un agente racional habria de seleccionar la opción que tenga el resultado esperado más conveniente (máxima ganancia, mínima pérdida).
En su libro "Thinking Fast and Slow", el premiado Nobel Daniel Kahneman plantea una forma simplificada de lo que se conoce como la Paradoja de Allais, y que plantea de ésta manera:
"Una probabilidad del 98% de ganar $520,000 o un 100% probabilidad de ganar $500,000."
No sé otros, pero yo tomo la segunda propuesta, la certidumbre de $500,000. Creo estar en piso firme cuando digo que no hay mucho qué decidir.
Sin embargo, ¡ésa no es la opción racional!
Un algoritmo seleccionaría la primera propuesta (98% de ganar $520,000), porque es la propuesta con la ganancia esperada más alta.
Eso es así. Según la teoría de la utilidad, la propuestas habrían de evaluarse según el valor que representan ajustados por la probabilidad de su occurrencia. En éste caso, tenemos
98% x $520,000 = $509,600
100% x $500,000 = $500,000.
Seleccionando el mayor de ambos valores esperados, nos da el resultado contra-intuitivo de seleccionar el resultado más incierto, pero con valor esperado mayor.
Sin embargo, veamos otra propuesta:
"Una probabilidad del 61% de ganar $520,000 o una probabilidad del 63% de ganar $500,000"
¿Cuál parece mejor?
El problema es técnicamente idéntico al anterior, pero sospecho que la decisión es muy diferente.
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