Se apagaron las luces, los cohetes ya dejaron de tronar. Ya se cumplieron doscientos años del inicio de la gesta independentista (en México). ¿Y ahora qué?
Ya pasamos el umbral de los dos siglos. Pero como todo en la vida del ser humano, eso no tiene significado alguno. ¿Acaso el tiempo nos hace mejores? ¿la transformación de la edad nos prepara para enfrentar con más sabiduría lo que viene por delante?
En parte, sí. Pero sólo por la experiencia. Pero también la experiencia puede servir en contra. Podemos aprender las lecciones equivocadas, o bien exagerar los problemas y descuidar otros. La realidad es que no importa cuánto tiempo transcurra, sean dos o tres siglos, los mexicanos tenemos que ocuparnos de lo que nos toca hoy.
Los héroes de la independencia, que nos "dieron patria" (sea lo que eso significa), ya no están. Ellos tuvieron una idea, a lo mejor tan confusa como la que tenemos nosotros. No sé, tal vez se imaginaron que "ser independientes" sería la panacea.
La realidad es que no hay país alguno que sea independiente. Lo que más se acerca a eso es Corea del Norte, el país más aislado del mundo. Es independiente porque tiene una mínima interacción con el resto del mundo. De allí que se le llame el Reino Hermitaño.
Los países más prósperos son interdependientes. De hecho, la interdependencia es factor de prosperidad. No sólo por el intercambio económico y financiero, aunque sí tiene mucho que ver. Sino también por el enriquecimiento intelectual, cultural, y social.
Vivimos en la época de la información, y el intercambio de ideas se vuelve crucial para que seamos más prósperos. La independencia está bien, para los políticos que se benefician personalmente de ella. Pero vivimos en un mundo más abierto, y las posibilidades son mayores para todos.
Los que hablan de soberanía e independencia son los políticos a los que les conviene tener en sus manos el poder que esas ideas representan. Pero para la gente común, lo que importa es las oportunidades que tienen, y la posibilidad de prosperar. Qué importa todo lo demás ante esa realidad básica.